Una mirada a lo implícito

Indira V. Sanz

Barthes le dedica esta obra a su madre,  no ha pasado mucho tiempo desde su muerte. Es evidente la catarsis a lo largo del escrito, y con base a esto realiza también un análisis semiológico poco ortodoxo, un rasgo que no suele ser muy evidente en el autor si lo comparamos con otras obras.

Menciona que nunca vemos a la fotografía en sí, designándola como un objeto invisible; más bien lo que apreciamos es el referente. Se entiende como referente a aquello que ha sido representado en el acto fotográfico. Reproduce los instantes que jamás podrán repetirse, no sólo atestigua los acontecimientos; también hace un registro de ellos para la posteridad. 
La compara con la pintura e incluso menciona que no hay distinciones entre ambas, afirmando que la fotografía sigue siendo esclava de ésta. Es así como llega a la conclusión de que el pictorialismo en la fotografía como tal no puede ser, ya que al no haber diferencia con la pintura esta característica resulta ser más una exageración que un modo. 

Le confiere especial atención al valor que adquiere una fotografía con el paso del tiempo.

Puedo captar la sensibilidad del autor en esta obra. El reconoce su poco dominio al respecto (a pesar de haber tenido una cámara en mano para comprender un poco más sobre este objeto y todo el proceso que conlleva) , alegando que no podría considerarse aficionado siquiera. Sin embargo eso no apacigua su avidez por el tema en cuestión y lo desarrolla desde una perspectiva más que objetiva, emocional, a pesar de extenuar términos que son propios del estudio semiótico, tema del cual el autor es experto. Su escrito me hace pensar en diversas emociones implícitas, por lo cual me interesa realizar un abordaje desde su perspectiva emocional por diversos asuntos que mencionaré a lo largo del texto.


Llama mi atención cuando hace referencia a algunas proezas en la fotografía, e incluso cita a ciertos fotógrafos de renombre, sin embargo en su juicio hay una línea delgada entre la indiferencia y el desdén; no ha tenido mesura en su réplica. Argumenta que simplemente “muchas fotografías permanecen inertes bajo su mirada”, denotando su enorme mirada critica. Barthes busca algo más en la fotografía,  ese algo más lo ha denominado punctum, haciendo alusión a un pinchazo, a algo cortante. Lo define como una especie de anzuelo que atrapa. Más que una sensación, evoca un sentimiento. Sin embargo capta mi atención las palabras que emplea al referirse al punctum como elemento sensible, que no sólo genera gozo, sino que también hiere. Este punctum no necesariamente pertenece a lo que él denomina studium (referente al gusto, a la cultura). Menciona que el studium es algo codificado, un mensaje que podría ser el tema principal de lo que observamos en la fotografía; el punctum  en definitiva no va de la mano con esto. Me hace pensar en un mensaje que se encuentra implícito, e incluso podría catalogarlo como una coincidencia, algo que escapa de las manos de la persona que ha decidido retratar ese momento. Es evidente su obsesión al hablar de este tema, lo menciona en repetidas ocasiones e incluye diversas fotografías como para crear conciencia de ello en el lector. Lo que en mi ha evocado es como un mensaje que yo pueda asignar, pero que no sólo se encuentra implícito en la fotografía, ya que esto va más allá de la misma como un marco, es decir, le puedo asignar un significado con base incluso en mi propia experiencia.

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